Agustín Romo, director de comunicación digital de LLA: «El chiste es hacerlos pisar el palito»
Tiene veintisiete años, es candidato a diputado bonaerense por la séptima sección y está al frente del equipo de redes sociales de la fuerza de Javier Milei. Cómo un grupo de WhatsApp se convierte en un asado, y un asado en una tendencia que después toma los medios tradicionales de comunicación.
Agustín Romo nació el 18 de julio de 1996: «El año en que la inflación fue del 0,1%, la más baja de los últimos cuarenta años». Nieto de un colectivero y una docente de escuela pública, su padre vendía artículos para el hogar en San Miguel. En los noventa, con un tipo de cambio unificado y la posibilidad de importar, a su negocio le fue muy bien hasta diciembre de 2001. Su madre es ama de casa, hija de militante peronistas. «Peronistas de Menem», dirá Romo que, además, es sobrino nieto de Ramón Palito Ortega. De ahí que su segundo apellido, que no usa, es Ortega. Romo revisa las ramas de su árbol genealógico en una entrevista con elDiarioAR, hecha unas semanas antes de la PASO que consagró a La Libertad Avanza como primera fuerza nacional. El va como candidato a diputado por la séptima sección, pero ostenta otro cargo: es director de Comunicación Digital del frente que lidera Javier Milei.
El jueves posterior a la PASO, Agustín Romo atenderá a elDiarioAR por teléfono. El número está puesto: 30 %, Javier Milei es el candidato más votado y La Libertad Avanza, la primera fuerza nacional. «No ganamos nada todavía, eh», dice Romo aunque sea imposible disimular el júbilo en su voz. Él necesitaba el 16,6 % de los votos para tener chances de entrar en la Cámara de Diputados. Obtuvo el 23,8 %. ¿Seguirá al frente de la Comunicación Digital del frente de Milei? «Quizás no tanto como antes, pero sí seguiré supervisando. Porque me gusta y porque confían en mí. La línea va a ser la misma que maneja hasta ahora», responderá Romo.
¿Y cuál es la línea? Bueno, hubo un spot oficial. Javier Milei y su compañera de fórmula Victoria Villarruel, junto a Ramiro Marra, Diana Mondino, Carolina Píparo y los entonces precandidatos a diputados por la Provincia, Bertie Benegas Lynch y Marcela Pagano, hablaban a cámara. Dura 45 segundos. A su tiempo cada postulante repite la frase «una Argentina distinta». Un clásico. Pero lo observable en términos de difusión de las ideas liberal-libertarias es que, salvo esa, no hubo una estrategia diseñada para la campaña digital. Un malón de usuarios de redes sociales hizo una campaña paralela: militantes que desde sus cuentas personales y con impronta personal llevaron el mensaje —y lo multiplicaron—.
Romo es parte de ese malón. A un cuatrimestre de recibirse de abogado y con un pasado laboral que lo ubica haciendo consultoría, dice que a él la palabra «militante» lo llena de orgullo. Se define así: «Soy un nacionalista que no confunde el amor a la patria con el amor al Estado». Aquí contará, entre otra cosas, que el día que un amigo lo sumó a un grupo de WhatsApp cambió todo.
Hay una escala, digamos, jerárquica. Romo a la cabeza, un equipo de apoyo y grupos de WhatsApp donde se bajan líneas y se imponen hashtags. Y a partir de ahí, anónimos que hacen lo suyo, desde un simple reposteo hasta un trabajo de edición que consiste en levantar declaraciones de la tele y armar cortes de quince segundos, ideales para stories en Instagram. Todo sirve para imponer al candidato o «matar» al adversario.
No hay que invertir dinero. De hecho, el Informe de Transparencia de Publicidad Política de Google indica que La Libertad Avanza invirtió poco más de tres millones de pesos en publicidad digital contra los $ 212.000.000 de Juntos por el Cambio y casi setenta millones que puso Unión por la Patria. Basta un celular y alguna aplicación de descarga gratuita. «Nosotros queremos que la gente que nos siga mantenga su impronta, que sea creativa. Ellos entienden perfectamente el mensaje. «No hay que imponer nada», dice Romo al teléfono. Ahí donde haya wifi llegará El León.
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