Télam: el breve espacio en que no estás

A siete meses del cierre de la agencia estatal de información, su ausencia deja un hueco que se hace sentir en la práctica cotidiana del periodismo cultural y las lógicas de difusión de la cultura, pero que también invita a pensar en los modos en los que se organiza la industria cultural argentina. En esta nota, un coro de personajes del sector reflexiona sobre la falta de Télam y lo que nos dice sobre la actualidad.

Ilustración: Julieta Farfala

Desde que Milei anunció el cierre de la agencia el 1 de marzo en la apertura del año legislativo, ochocientos medios de todo el país dejaron de recibir al mes doce mil cables, seis mil fotografías y cuatrocientos videos, entre otros productos informativos. sesenta y tres mil usuarios se vieron forzados a dejar de consultar la cablera, según repuso la periodista Irina Sternik con los datos internos de la redacción. 

La sección de cultura de la agencia producía un promedio de quince cables diarios, aproximadamente unos cien semanales. Este volumen, sustancialmente menor al de otras secciones como política, economía o sociedad, era sin embargo una gran fuente de información al interior del mapa cultural nacional. Voces, historias, proyectos y actividades que quedaron desde entonces sin la difusión estatal.

Para los periodistas, trabajar sin un insumo básico como la cablera dificulta las tareas y también advierten sobre la falta del material de archivo de la agencia. A su vez, las editoriales se quedan sin un espacio privilegiado para hacer circular sus producciones. De esta manera, se desintegra el tejido informativo y se le quita impulso a una industria que, como otras, recibió los golpes de la caída del consumo y la producción acentuada en los primeros meses de la administración Milei.

«Lo que generaba Télam es irremplazable: la repercusión a nivel federal de las notas que hacían no se puede compensar con ningún cambio de rutina», dice Sebastián Lidijover, agente de prensa de la editorial Anagrama en Argentina. «Ninguna ecuación de más horas y más recursos —algo desde ya muy complicado— alcanza para lograr lo que se podía hacer con la agencia. La pérdida de Télam es un vacío».

«La no existencia de Télam es como una especie de efecto dominó. Afecta a muchas partes de la cadena de prensa y de la difusión editorial», define Javiera Pérez Salerno, de la editorial Caja Negra. «Nosotros sabíamos que contábamos con Télam para un lugar con todos nuestros autores, nuestras autoras, para todas nuestras novedades, incluso, por ejemplo en el caso de Caja Negra, para autores que vienen de afuera y no eran tan conocidos acá».

Nubarrones sobre el país editorial 

Según los datos del último informe de la Cámara Argentina del Libro, para 2023 la producción editorial se contrajo en un 24 %. Desde 2016 la tirada promedio de la producción de un título disminuyó un 39 %. Los datos para 2024 no parecen ser mejores: la comparación interanual en enero dio una baja en el consumo de 30%. Mayor fue la caída (del 30 % al 50 %) en la compra durante la última Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.

A las dificultades para la producción editorial de los últimos años, marcada entre otros factores por la escasez de papel y su precio en dólares, más la creciente inflación con recesión económica y caída en el consumo, la pérdida de la difusión que hacía la Agencia Nacional Télam contribuye a un panorama de decaimiento para la industria del libro del que será difícil recuperarse.

Mariana Hunt trabaja desde hace diez años con organizaciones como Clacso (Consejo Latinoamericano de Cs. Sociales), Cadra (Centro de Administración de Derechos Reprográficos de Argentina) y Fundación Bunge y Born. La firma que integra, Hunt Benas, realiza estrategias de comunicación en el ámbito de la cultura, la educación, la ciencia y la salud. Lleva además la prensa de la Feria de Editores y de varias editoriales de Argentina y de la región. «Te puedo asegurar que tenemos una agenda de las provincias muy extensa, pero nunca vamos a llegar al alcance que nos permitía Télam. Y además no solo es Télam, es el panorama de Radio Nacional que llega a todas las repetidoras, es la TV Pública. Esos son los medios con los que llegás a todos los rincones, a toda la gente, los que de verdad llegan al último pueblito pasada la montaña». Y agrega «para los medios grandes es un problemón no tener a Télam».

Para Emilio Jurado Naón, prensa de la editorial argentina Ampersand, «con Télam yo sabía que contaba con una entrevista, si no asegurada, muy probable, a los autores nacionales. Cada dos libros de Ampersand, uno es de autor nacional. Y dado el carácter específico de los temas que trabaja el catálogo (que a veces no prenden en medios y suplementos masivos), era muy valiosa la cobertura, que sabía apreciar y trabajar con lecturas y reportajes de calidad libros «difíciles» y a veces de nicho, pero cuyos temas tienen relevancia para la cultura nacional. Por ejemplo, el libro de Javier Planas sobre la historia de las bibliotecas argentinas».

El paradigma instalado del nuevo gobierno, con ataques incesantes al ámbito de la cultura, que va desde quita de subsidios y eliminación de concursos y convocatorias, hasta la desinversión y abandono de distintos organismos (Institutos del Cine y del Teatro, por ejemplo) parece ser solo un eslabón de la «batalla cultural» que el presidente está decidido a instalar en cada aparición pública que hace.

En el ámbito del libro, desde la asunción del gobierno de La Libertad Avanza se ha suspendido el Premio Nacional de Novela Sara Gallardo y también el Premio Internacional de Poesía Alfonsina Storni. El programa Sur, reconocido como un fuerte impulso a las traducciones y una vidriera hacia el exterior de la literatura argentina, redujo su presupuesto al 10 %. La Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, el evento más importante de Sudamérica de la industria editorial, no contó en 2024 con stand del Estado Nacional, y algunos de los expositores provinciales también se han ausentado. En más de una ocasión el gobierno intentó y manifestó el deseo de derogar la Ley de Precio Fijo del Libro, que protege a librerías, aunque esta tenga un amplio consenso entre todos los actores de la industria. Esos son algunos ejemplos de la nueva dirección que se ha encauzado, que hasta ahora no tuvo nuevas propuestas o iniciativas, sino reducción de programas que dinamizaban al sector.

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