Florencia Plomer: «No se trata de simplificar conceptos, sino de buscar un lenguaje más amable»

La divulgadora de historia en redes sociales reflexiona sobre la democratización del conocimiento y la comunicación del pasado con herramientas del presente.

Plomer cuenta con más de cien mil seguidores en Instagram. (Foto: La Voz de San Justo, Cordoba)

La historia es uno de los campos del conocimiento más versátiles porque permite entender el pasado, el presente y, por qué no, proyectar el futuro de un país o una región. La reconstrucción de los hechos permite forjar héroes y villanos, visibilizar a actores y colectivos excluidos, y poner en relieve determinados acontecimientos. De hecho, su enseñanza obligatoria empieza desde el jardín hasta el último año de la escuela secundaria. La disputa en torno a su escritura y narración es una de las batallas que se libran cotidianamente en cualquier rincón del mundo.

Sin embargo, su estudio suele quedar encerrado en el ámbito académico, donde unos pocos actores discuten entre sí diferentes temas a cuyos resultados accede un núcleo reducido de personas. Con la llegada de las redes sociales y las plataformas, diferentes especialistas encontraron la manera de vincular esos saberes científicos con un público más amplio.

«Es importante divulgar la historia porque es una forma de democratizar el conocimiento. Un saber que se crea en un espacio académico no es de fácil acceso y no puede llegar al lector si no es mediante la divulgación, que de alguna forma la hace un poco más entendible para alguien que no sabe tanto del tema», cuenta Florencia Pupina Plomer, docente e historiadora cordobesa que aborda diferentes temáticas en Instagram y cuenta con más de 112 mil seguidores, en diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes, que se acercó al primer Congreso Internacional de Historia Pública y Divulgación.

Simplificar no es mala palabra

Uno de los debates en torno a la comunicación —en este caso de la historia— gira en torno a cómo se cuenta determinado hecho, objeto o fenómeno. Para hacerlo entendible, quienes tratan de superar las barreras académicas reformulan conceptos, teorías y acontecimientos para conquistar al mayor público posible y que nadie se quede afuera.

«No es que dejás de decir algo, sino que lo decís de otra forma. No se trata de simplificar los conceptos, sino de buscar un lenguaje más amable que el académico, que suele ser muy rígido al respecto», señala Plomer. Aunque desde ciertos sectores universitarios se mira de reojo a quienes divulgan, ambos espacios se necesitan mutuamente. Los divulgadores no tendrían razón de ser sin los científicos que estudian la historia y, viceversa, el abordaje del pasado no tendría sentido si no tuviera receptores para comunicarlo.

De esta manera, simplificar no constituye ningún delito ni es sinónimo de pérdida de calidad. De la misma manera, lo complejo, redactado con palabras técnicas y una escritura poco amigable, no significa que algo sea bueno ni valioso. Bajo esta premisa, el desafío es transformar aquello que se enuncia de forma engorrosa y para unos pocos, en algo que pueda estar disponible para la mayor cantidad de público y en un lenguaje simple y claro.

Boom de divulgación

La irrupción de las redes sociales y las plataformas abrió una ventana para que cualquier persona con celular y conexión a internet, al menos, pueda ser un potencial divulgador. Basta con buscar en redes sociales el profe o la profe para encontrar cientos de usuarios dispuestos a comunicarse de otra manera con un público que quizás no es el que recorre los caminos tradicionales donde se difundía la historia o cualquier otra ciencia.

«En el caso de historia, la docencia y la investigación no son los únicos caminos. Hay un boom de divulgación y a quienes les interesa les digo que se animen a hablar y se profesionalicen en eso también», señala Plomer.

Además, la influencer remarca que la divulgación por las redes y plataformas no debe ser un juego ni un pasatiempo, sino que se debe tomar en serio y encontrar la manera de convertirlo en un empleo. «La divulgación es un trabajo y no hay que conformarse con que sea un hobby. Hay que buscar la forma de profesionalizarlo y tomarlo como un trabajo, poniéndole un valor a eso que se hace», resalta.

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Nicolás Retamar

Docente y licenciado en Comunicación Social. Integrante de la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes (https://agencia.unq.edu.ar), fuente de este artículo.

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