Las veinte verdades radialistas

El domingo 27 se cumplieron 103 años de la primera transmisión de radio en la Argentina, que se resiste a entrar en el geriátrico de los medios.

Lo locos de la azotea

Este domingo se festeja el día de la radio en la Argentina. Se evoca a los llamados «locos de la azotea», que eran locos pero no comían vidrio y mucho menos piedra galena. Se los llamó de esa manera porque en los días previos a la primera transmisión se los vio en los techos de la casa de remates de la familia Guerrico, contigua al teatro, tirando los cables y estableciendo las conexiones que hicieron posible la emisión. Enrique Telémaco Susini (ya por entonces médico y que por sus aficiones culturales y logros posteriores fue calificado como un renacentista en pleno siglo XX) y sus cómplices (como él, niños bien del Barrio Norte, radioaficionados, melómanos, experimentadores) César Guerrico, Luis Romero Carranza y Miguel Mujica lograron la proeza de transmitir Parsifal, de Ricardo Wagner, desde el teatro Coliseo a los no más de cincuenta receptores que funcionaban en Buenos Aires. Luego de la transmisión inicial, de la que en esta fecha se cumplen 103 años, repitieron la ópera sacra de Wagner y en días sucesivos transmitieron desde esa sala, que quería convertirse en un segundo Teatro Colón, óperas como Aída, Iris, Rigoletto, Manón, Nina, entre otras. Pronto la experiencia fundacional se transformó en LOR Radio Argentina. Quedó suficientemente probado que aquellas transmisiones fueron las primeras en el mundo y la LOR la primera emisora nacida con propósitos de difusión permanente, con continuidad artística, dirigida a todo público y con fines masivos.

Quien esto firma ha escrito cinco libros sobre este medio y es un enamorado y un agradecido a la radio, que le ha permitido ser frente a un micrófono lo más parecido a quien es. Lo que sigue a continuación son algunas de las muchas cosas aprendidas cuando la luz roja se enciende e indica que estamos por el aire. Crecí cercano a una radio encendida. La radio ha sido uno de los elementos constitutivos de mi formación personal, musical, cultural, sentimental. Una formación que aún sigue completándose en cada ocasión que me toca estar frente a un micrófono. Después de tantos años de oyente y de trabajador puedo afirmar, con certeza, que en la radio me siento muy libre. En la radio fui, soy y espero seguir siendo feliz. A continuación, una lista (incompleta) de algunos de esos conocimientos y aprendizajes.

1. Alguien a distancia, al que no vemos pero podemos imaginar (siempre y cuando la emisora no haya instalado cámaras en el estudio o el conductor/conductora no haya aparecido quinientas veces en televisión) transmite con el propósito de alcanzar una escucha masiva. Sin embargo, cuando su mensaje llega al oído del radioescucha siente que le está dedicado en exclusividad. Ningún otro medio de comunicación genera un efecto similar.

2. La radio es el mejor lugar para probar formatos y para experimentar. Es el más libre, el más plural, el menos intervenido o filtrado por intermediarios, y el que menos palpa de ideas. Sin embargo, hay que reconocer que la grieta ha puesto en crisis esta lista de virtudes. Una parte considerable de la audiencia sigue a emisoras y comunicadores siempre y cuando confirmen sus certezas. Apenas las contrarían, se manifiestan muy defraudados.

3. La radio, o sus programas, son una suma de pequeños detalles y aportes que, uno detrás del otro, tienen la capacidad de generar un pasatiempo único. Un conductor de la vieja guardia lo decía así en pequeño comité, nunca al aire: “La radio son boludeces que suman”. Suscribo, con la aclaración de que hay boludeces y boludeces.

4. La radio es cercanía, intimidad, calidez, entretenimiento, creadora de climas y muy especialmente confianza. Muchos oyentes prefieren denunciar un problema en sus servicios básicos dejando un mensaje en la radio porque confían en que, al menos, serán escuchados y no paseados durante horas y sin solución por un contestador automático.

5. Pero, antes que nada, es compañía. Cualquiera que haya trabajado en radio recibió un mensaje de esta naturaleza: «Felicítenme, hoy es mi cumpleaños». ¿Qué nos quiere decir? Que nos está escuchando y que está solo. Si se entiende esto se avanzará en lo esencial del medio.

6. Tuvo mucha razón el norteamericano Orson Welles cuando calificó a la radio como «el teatro de la mente». Mucho tiempo después el argentino Alberto Migré redondeó y enriqueció el concepto del actor y director: «Cuando en un radioteatro elijo poner en boca de un intérprete la palabra rojo, ese rojo recién se vuelve real cuando llega a la cabeza del oyente. Y lo mejor es que cada cabeza puede elegir un rojo diferente».

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