Creciente repudio ante la visita de Benjamín Netanyahu a la Argentina
«Israel no sólo ha ocupado Gaza, sino que ha ocupado o intenta ocupar el judaísmo, y quiere que seamos escudos de sus acciones genocidas», advierte Elina Malamud, vicepresidenta de Llamamiento Argentino Judío. La Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) y la agrupación Hijos lo denunciaron ante la justicia y pidieron su captura.
El conflicto de Israel – Palestina transita una fase de extrema violencia, con una crisis humanitaria en Gaza que incluye destrucción masiva, hambre y un creciente número de víctimas, especialmente niños. En este contexto, se anunció la visita del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, a la Argentina en septiembre. Pese a que la Corte Penal Internacional y la ONU lo acusan de crímenes de guerra y han pedido su arresto, solo tres países —Estados Unidos, Hungría y Argentina— le permiten actualmente el ingreso.
Ante esta situación, ATE y la agrupación Hijos presentaron una denuncia en la justicia argentina para exigir su detención. Daniel Catalano, secretario general de ATE Capital, sostuvo que Argentina, con su tradición en defensa de los derechos humanos y en juzgar genocidas durante la dictadura, no puede recibir a Netanyahu sin contradecir el Nunca Más. Para Hijos, que nuclea a hijos de desaparecidos, el compromiso con causas de derechos humanos trasciende fronteras y obliga a denunciar el genocidio del pueblo palestino.
Anabella Montaner y María Verónica Castelli, referentes de la agrupación, consideran ofensiva la invitación del gobierno de Javier Milei, ya que implica avalar la impunidad de un líder acusado de crímenes de lesa humanidad. Según ellas, si se concreta la visita, será gracias al esfuerzo del presidente por legitimar a Netanyahu frente a la comunidad internacional. También plantean que la justicia argentina debe actuar en cumplimiento de sus compromisos con la Corte Penal Internacional, aunque sospechan que se buscará garantizar la impunidad del visitante y reprimir las protestas en su contra.
Los denunciantes subrayan la necesidad de abrir en Argentina un debate profundo sobre lo que significa defender los derechos humanos hoy, remarcando que la solidaridad internacional es clave. Así como la presión mundial ayudó a terminar con la dictadura en Argentina, consideran que ahora corresponde acompañar la lucha del pueblo palestino y exigir juicio y castigo a los responsables.
En paralelo, el historiador Tomás Battaglino advierte sobre los riesgos diplomáticos de esta política exterior. Señala que las atrocidades en Gaza provocaron movilizaciones masivas en todos los continentes, y Argentina corre el riesgo de aislarse al alinearse con Netanyahu y Estados Unidos, mientras la mayoría de los países lo condena. Y recuerda que Israel y EE. UU. nunca apoyaron el reclamo argentino por Malvinas, y que este acercamiento podría poner en peligro décadas de esfuerzos diplomáticos.
La ONU y Unicef describen la situación en Gaza como desesperante: los palestinos deben elegir entre morir de hambre o arriesgarse a ser asesinados buscando comida; cada día mueren decenas de niños por desnutrición o ataques militares. El bloqueo a la ayuda humanitaria y la persecución a periodistas han generado alarma internacional.
Por su parte, Elina Malamud, vicepresidenta del Llamamiento Argentino Judío, también respalda la denuncia de ATE e Hijos y señala que la alianza entre Trump, Milei y Netanyahu expresa un proyecto civilizatorio neoliberal, militarista y deshumanizador. Afirma que Milei busca legitimidad adoptando símbolos religiosos y alineándose con sectores de la dirigencia judía local, mientras en Gaza se cometen atrocidades. Subraya que, como en 1947 con la Declaración Universal de Derechos Humanos, los crímenes contra un pueblo son crímenes contra toda la humanidad. Denuncia además que Israel intenta apropiarse de la identidad judía para justificar su accionar, lo cual rechazan los judíos progresistas.
Battaglino agrega que la política exterior de Milei rompe con la tradición argentina de prudencia y de no intervenir en conflictos externos. Israel, un socio menor en el comercio exterior, aparece ahora como eje estratégico junto con Washington, en detrimento de otras prioridades diplomáticas. Considera llamativo el silencio de sectores políticos y sociales que, al no pronunciarse, terminan cómplices de recibir con honores a un líder con orden de arresto internacional.
En síntesis, la posible llegada de Netanyahu a la Argentina abre un conflicto de magnitud: por un lado, organizaciones de derechos humanos exigen coherencia con la tradición argentina de juzgar genocidas y llaman a la solidaridad internacional con Palestina; por otro, el gobierno de Milei apuesta a una alianza estratégica con Israel y EE. UU., arriesgando el aislamiento del país en el tablero global y debilitando consensos históricos en materia de derechos humanos y política exterior.
Con información de Anccom
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