Cine nacional ¿qué papel jugar en la era de la streaming war?
En la última década los cambios tecnológicos, mercantiles y de consumo de las producciones audiovisuales cambiaron de manera tan rotunda como vertiginosa. La actual legislación nacional quedó entonces de a pie en esa carrera y la discusión por la necesidad de otra regulación que se ponga al día con la actualidad de las artes cinematográficas urge entre quienes habitan ese mundo. Proyectos de ley, discusiones en despachos y remada en los sets de filmación. ¿Cuál es la discusión de fondo donde se cocina el cine nacional?

Durante las semanas previas al estreno de Argentina, 1985 , en septiembre del año pasado, se dio un enfrentamiento silencioso entre los cines y Amazon Prime Video, coproductora del film. Fue una guerra corta, de veintidós días pero trascendió a los medios porque culminó en un boicot que limitó el estreno de la película a 234 salas, menos de un tercio del total del país. Las grandes cadenas como Hoyts, Showcase o Cinemark y la distribuidora Sony Pictures pretendían un mínimo de 45 días de «ventana» de exhibición, el lapso de exclusividad desde el estreno en cines hasta su disponibilidad en plataformas. Prime Video no dio su brazo a torcer y sólo concedió veintidós. Aunque la película prometía ser un éxito total de taquilla (y lo fue), para las grandes cadenas el menosprecio del gigante del streaming resultó inaceptable y convocaron a un boicot. Las salas independientes, con menos espaldas para la negociación, aceptaron el plazo exiguo y estrenaron igual. Escaramuzas de las Streaming Wars en la Argentina.
El conflicto da cuenta de tensiones que se abrieron al interior de la industria del cine con la irrupción del streaming o «video bajo demanda», es decir la transmisión de contenido multimedia, como películas, vídeos o música a través de internet directamente a los dispositivos de los usuarios. Las plataformas de streaming, también llamadas Over The Top (OTT, por su sigla en inglés) como Netflix o Amazon Prime Video pusieron en crisis el modelo tradicional de las ventanas de exhibición que le permitía a los estudios explotar cada forma de distribución sin conflicto (cines, cable, TV abierta, DVD, etc.). Y también, el sistema de recaudación por venta de entradas que marcaba el éxito o fracaso comercial de cada producción. Las plataformas, con su sistema de ingresos por suscripción, su secretismo sobre las métricas, sus catálogos infinitos con varios tipos de contenido heterogéneo (películas, cortos, documentales, series, shows televisivos, etc.) y sus producciones multimillonarias, pero realizadas con su propia lógica de negocio global, introdujeron nuevas formas de producir y distribuir largometrajes.
En la última entrega de los premios Oscar, la película Top Gun: Maverick —la secuela del film de 1986— se convirtió en una especie de estandarte para los defensores de las salas. Tom Cruise, su productor y protagonista, esperó dos años apostando todo a un gran estreno mundial en cines y demoró al máximo su aparición en las plataformas. Su actitud refleja la aspiración de gran parte de la industria de no perder esa práctica cultural. Maverick recaudó unos u$s 1500.000.000. Sin embargo, los tanques de Hollywood aún no logran superar los números previos a la pandemia. Claro que de todos modos en aquel mundo pre covid ya se sentían los cimbronazos de la nueva era. Y en medio de esos cambios vertiginosos, la revisión de una reglamentación nacional que tuvo su última gran modificación en 1994 era cuestión de tiempo.
El cine sin cine
Vanesa Pagani es productora y preside Apima, la Asociación de Productores Independientes de Medios Audiovisuales. Junto a DAC (Directores Argentinos), PCI (Proyecto de Cine Independiente) y Argentores (Sociedad General de Autores de la Argentina) integran el Espacio Audiovisual Nacional. Ella cuenta que hace unos tres años esas entidades se reunieron, en especial, impulsadas por la preocupación que les generaba la escena local y el estancamiento del fondo de fomento: «Si bien nosotros consideramos que la ley vigente (la ley de cine) es una ley muy virtuosa, han pasado tantos años que hay algunas cuestiones que no se han tenido en consideración, como las nuevas tecnologías que en tan poco tiempo coparon o cambiaron la manera de ver cine. Y en base a eso empezamos a actualizar en cosas que pensábamos que por ahí no habían funcionado, como el federalismo, incorporamos cuestiones de género y eso fue nuestra primera necesidad por la cual actualizar la ley de cine vigente».