¿Alcanza con Lula?
Recientemente se publicaron dos notas referidas a la política comunicacional del gobierno de Brasil. En una, el sociólogo y politólogo Emir Sader afirma en Página/12 que «el gobierno pierde la disputa estratégica en política de comunicación». En la otra, Jeferson Miola, miembro del Instituto de Debates, Estudios y Alternativas de Porto Alegre (Idea), opina en el sitio del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE) que Lula «es el principal activo de la comunicación gubernamental (…) el instrumento más poderoso y eficiente del gobierno, la izquierda y el progresismo para enfrentar el periodismo de guerra de los medios hegemónicos».

Por una nueva política comunicacional
POR EMIR SADER | El escándalo que salpica al titular del Ministerio de Comunicaciones –que, de confirmarse, debería llevar a un cambio de ministro– es una buena circunstancia para cambiar la política de comunicación del gobierno.
Lula hace un buen gobierno, pero el gobierno pierde la disputa estratégica en política de comunicación. Como uno de sus resultados, a pesar del excelente gobierno, en las encuestas el líder de izquierda tiene una ventaja relativamente pequeña sobre los bolsonaristas.
Bolsonaro es derrotado, pero el bolsonaroísmo sobrevive a esta derrota. Una situación que no es fácil de explicar. El prestigio de Lula se debe al buen gobierno que dirige. Nunca hubo tantas políticas sociales en Brasil. Nunca las desigualdades sociales se habían reducido en tan poco tiempo. Con una disminución del desempleo, con un aumento de los salarios.
Lula mantiene un gran prestigio nacional e internacional. Brasil recuperó su imagen. La situación de la masa de la población mejoró.
Es difícil entender cómo el bolsonarismo mantiene un apoyo relativamente alto. No están en el gobierno, no tienen políticas concretas que ofrecer al pueblo. Se renuevan los procesos contra Bolsonaro, sin reducir mucho su apoyo.
Evidentemente la política de comunicación del gobierno no ha funcionado. No existe una masa consistente de apoyo al gobierno, que no realiza manifestaciones populares con una gran participación.
Todos estos son aspectos de la debilidad de la política de comunicaciones del gobierno. La situación política, económica y social del país ha cambiado. No hay impactos significativos a nivel cultural.
Pero, principalmente, en términos de consenso general, la vigencia de los nuevos valores no se nota. No se puede decir que el país viva en condiciones generales muy diferentes a las que ha tenido recientemente.
Una nueva política de comunicación significaría proponer y poner en práctica una visión del mundo y de la sociedad, del país, basada en la democracia, la pluralidad, la diversidad, la transparencia y el respeto mutuo.
Hasta ahora no hemos tenido una política de comunicación de estas características. En lugar de ser un ministerio fundamental, con ministros que expresan estos valores, tuvimos un ministerio mediocre.
Hasta que desembocó en acusaciones de corrupción en el mismo ministerio que debería haber representado los valores de transparencia y democracia. Días atrás, la Policía Federal acusó al titular de Comunicaciones, José Juscelino Rezende Filho, de haber participado en una trama de desvíos de dinero público en 2021, cuando ocupaba un escaño como diputado. El resultado de la investigación será analizado por la Corte Suprema, debido a la condición de aforado del ministro.
Se abre una excelente oportunidad para que demos un giro radical a un tema trascendental para la construcción de la democracia en Brasil.
Lula es el gran activo de la comunicación gubernamental
POR JEFERSON MIOLA | En la entrevista de cincuenta minutos que concedió a los periodistas Cássia Godoy y Milton Jung en CBN Journal, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva demostró que es, en persona, el gran activo de la política de comunicación del gobierno. Lula tiene una inteligencia notable, está años luz por delante de los más grandes magos de la propaganda y el arte de comunicarse.
El gobierno puede incluso desarrollar las campañas de publicidad institucional más brillantes, pero la eficacia de la comunicación gubernamental con la población no será plena sin una metodología de comunicación política que tenga al propio Lula como su comunicador presentador.
La locución directa y diaria de Lula con la población a través de imágenes propias y a través de entrevistas y vehículos diversos de radio, televisión e internet, al estilo de la entrevista otorgada a CBN, es un poderoso instrumento para introducir los elementos centrales de la coyuntura en el debate público nacional. Esta locución directa y diaria de Lula con la población también le da al gobierno la capacidad de disputar el marco de las noticias desde la perspectiva socio-política-cultural del gobierno, sin el sesgo interesado y manipulado de las oligarquías dominantes y sus medios hegemónicos.
Si en los siguientes treinta meses del mandato —de julio de 2024 al 20 de setiembre de 2026— fuera reservado en la rutina del diaria del presidente Lula una hora de su tiempo de trabajo para entrevistas y diálogos directos a través de la radio, la televisión y las plataformas digitales, esto representaría algo cercano a las 660 horas de transmisión.
De este modo, el presidente de la República ganaría un tiempo formidable para comunicar directamente a la sociedad los logros de su gobierno a través de todos los medios de comunicación del país, y en una proporción equivalente a 825 ediciones diarias de la Revista Nacional, sin tener en cuenta las innumerables repercusiones y réplicas que sus declaraciones tendrían. Lula es el principal activo de la comunicación gubernamental. Y Lula es el instrumento más poderoso y eficiente del gobierno, la izquierda y el progresismo para enfrentar el periodismo de guerra de los medios hegemónicos que vocalizan las aspiraciones de las oligarquías dominantes que sabotean al gobierno, porque ya están preparando la opción anti-Lula para 2026, con el objetivo de preservar el patrón obsceno de pillaje y saqueo de la renta nacional establecido desde el derrocamiento de la presidente Dilma Rouseff con el fraude del impeachment.