Periodistas en el cine: entre héroes y villanos sensacionalistas
El 8 de septiembre se celebra el Día Internacional del Periodista, en un homenaje al reportero checo Julius Fucik, ejecutado por los nazis ese día de 1943. Un análisis de las representaciones diversas y contradictorias acerca del rol de la prensa en la pantalla grande.

El cine siempre se interesó por el periodismo y puso a sus mejores directores y estrellas a representar a trabajadoras y trabajadores de la prensa desde finales del siglo XIX hasta nuestros días. Desde Orson Welles, Billy Wilder, John Ford, Alfred Hitchcock, Federico Fellini, Akira Kurosawa, Glauber Rocha y Jean-Luc Godard hasta David Fincher, Wes Anderson, Michael Mann, Wim Wenders, George Clooney o Nanni Moretti, una vasta mayoría de los grandes realizadores puso el foco sobre el periodismo y los medios de comunicación.
El interés del séptimo arte por el oficio periodístico surgió de forma temprana. Ya en 1899, uno de los pioneros del cine de ficción, Georges Méliès, filmó una serie de cortometrajes sobre el caso Dreyfus e incluyó una pelea entre reporteros en los momentos previos al comienzo de una audiencia judicial. En ese poco más de un minuto que dura el cortometraje emerge una idea del periodismo ligado a la urgencia, el debate exaltado y la lucha por la opinión pública. De forma espejada a lo que sucedía en pantalla, cada función de la serie de Méliès causó revuelo entre los espectadores. Para terminar con las batallas que se generaban en las salas, los dueños de los cines decidieron dejar de proyectarla y hoy es considerada como una de las primeras películas políticas que sufrieron la censura.
En un recorrido por la historia del cine se observa que el oficio periodístico es presentado como una ocupación atractiva, que brinda la posibilidad de tener acceso directo a lugares, ambientes sociales y personajes infranqueables para el ciudadano común. Los reporteros se relacionan con historias atractivas, desenmascaran redes de corrupción, revelan intrigas políticas o económicas, y hacen arriesgadas crónicas de guerra y de catástrofes naturales. Ese trabajo los ubica en un lugar de privilegio en la lucha por la defensa de los derechos civiles y de la democracia. En ocasiones, son mostrados de forma heroica, con roles que se emparentan con los del detective y del abogado litigante.
Sin embargo, esas miradas reivindicativas conviven con representaciones muy críticas sobre el periodismo, que los muestran como personas cínicas y desencantadas, que explotan el costado sensacionalista o participan de operaciones de prensa y manipulan a la opinión pública, como se observa en filmes de la talla de El ciudadano (Orson Welles, 1941), El gran carnaval (Billy Wilder, 1951) o Network (SydneyLumet, 1976).
