Margaret Sullivan, periodista: «El periodismo ayudó a salvar la democracia en los años 70, pero no estoy tan segura de que pueda hacerlo ahora»
Defensora del lector del New York Times, crítica de medios del Washington Post, escritora, profesora y una de las primeras mujeres directora del periódico, acaba de publicar en EE. UU. el libro Newsroom Confidential.

Margaret Sullivan, periodista, crítica de medios, defensora del lector, escritora y ahora profesora, ha sido pionera en el periodismo de Estados Unidos. En 1999, fue una de las primeras mujeres en convertirse en directora de periódico Buffalo News, en el estado de Nueva York, donde había empezado como becaria. En 2012, fue la primera mujer defensora del lector del New York Times, con un perfil público mayor que el de sus predecesores. Desde 2016 hasta este verano, en años de debates sobre el ascenso de la extrema derecha en Estados Unidos y la relevancia del periodismo, ha sido la columnista de medios del Washington Post, influyente y premiada.
Acaba de publicar en Estados Unidos el libro Newsroom Confidential: Lessons (and Worries) from an Ink-Stained Life, [1]Sala de redacción confidencial: Lecciones (y preocupaciones) de una vida manchada de tinta a medio camino entre las memorias personales y el ensayo sobre la equidistancia, el partidismo, la cobertura de extremistas y los debates entre generaciones en las redacciones. Sullivan, que ahora da clase en la Universidad de Duke, dice que está dispuesta a dejar Twitter y comenta las elecciones de medio mandato de este martes.
—¿Cómo valora la cobertura informativa de las elecciones de medio mandato?
—La cobertura ha sido mejor que la de anteriores elecciones. Creo que ha mejorado mucho en cuanto a denunciar mentiras, identificar a los que niegan las elecciones y todo esto. Pero me preocupa que de alguna manera la cobertura no logre abordar la magnitud del problema, y tal vez se trate solo de que el periodismo no puede abordar la magnitud del problema. Es algo que me planteo. Michael Fanone, el policía que resultó gravemente herido el 6 de enero, dice que a la mayoría de los estadounidenses no les importa el asalto al Capitolio. Y me temo que es así. Si eso es cierto, ¿es culpa de los medios de comunicación? No del todo. The Washington Post ganó un Pulitzer por su fenomenal cobertura. Y muchos medios han hecho grandes cosas. Es posible que parte de la ciudadanía estadounidense esté simplemente desconectada y tenga otras fuentes de información que no son la prensa convencional.
—Algunos medios tienen en estas elecciones equipos dedicados a la cobertura de «el estado de la democracia» o «la integridad de las urnas». ¿Están teniendo algún efecto?
—Creo que es bueno. Me alegro de verlo. Cuando el Washington Post monta un equipo dedicado a la democracia, el resultado son buenas historias. ¿Cambia la realidad de que muchos estadounidenses todavía creen que Trump es el verdadero presidente o cambia la realidad sobre el terreno en Arizona, Wisconsin o Pensilvania? Me encantaría pensar que sí, pero en realidad tengo mis dudas.
—Algunos medios locales subrayan que un cargo público haya negado el resultado electoral cuando lo mencionan, aunque sea en otro contexto, y medios como el Times o el Post hacen listas de los que lo han hecho. ¿Sigue siendo una buena idea?
Creo que es necesario. No sé si hay algo más o diferente para llegar a las personas que no están prestando atención o que se resisten a la información porque su fuente de noticias es Fox News o directamente algunos políticos que les están diciendo cosas que no son ciertas. Los medios de comunicación no son tan poderosos como solían ser. Odio pensar de esta manera, pero, ¿podemos realmente seguir hablando con todo el país? Creo que no.
—¿Hay un problema mayor de la relevancia de los medios y hemos perdido esa carrera?
—No sé si se ha perdido por completo, pero creo que la confianza se ha erosionado mucho y es difícil recuperarla. Una de las formas es a través de los medios locales, que despiertan más confianza, pero los periódicos locales, que han sido la forma principal de los medios locales, están muy mermados. Resulta muy paradójico. Son los que despiertan más confianza, probablemente tienen el mayor impacto y, sin embargo, son los que más sufren financieramente. Los recortes de plantilla han sido malos.
—Usted escribe sobre la tensión entre una cobertura informativa con más punto de vista del periodista y lo que dice la gente que quiere una información más imparcial.
—Tengo mis dudas sobre si eso es realmente lo que quieren, porque sabemos que lo que impulsa el interés en redes y el tráfico no es solo la información sobre hechos: es la indignación, es algo está escrito apelando a las emociones. La gente dice «Oh, ¿por qué no puedes simplemente darme los hechos? Eres tan parcial». Pero al final, va a las cosas que subrayan su propio punto de vista.
—¿Hay algún buen ejemplo de equilibrio para llegar a estas audiencias?
—Creo que los medios que parecen poder comunicarse de manera más general son los locales, no tanto los nacionales. El Washington Post, el New York Times pueden hacer un trabajo fantástico, pero la pregunta es, ¿están llegando al votante independiente en Ohio? Pero, por profundizar, otra cuestión es que un medio como el New York Times y, hasta cierto punto, el Washington Post, lideran el camino sobre la forma en que otros medios cubren las noticias. Su trabajo puede ser imitado por otros y así llega al resto del país, incluso para votantes que no van al sitio web del New York Times o no siguen a Maggie Haberman en Twitter. Pero importa cómo esos grandes medios están cubriendo algo, porque eso tiende a abrirse camino en el panorama general de los medios. Algo a lo que siempre le presto mucha atención es el noticiero de televisión de la noche, ese noticiero de media hora de las seis y media de la tarde o así en ABC, NBC y CBS. Mucha gente dice que eso ya no importa. Pero eso no es cierto. Sí importa: de veinte a veinticinco millones de personas cada noche ven el telediario de estas tres cadenas si sumamos sus audiencias. Creo son muy influyentes. Y yo diría que se inspiran un poco en los grandes periódicos y también toman sus propias decisiones. Le hablan a la corriente principal, le hablan al público en general, mucho más que, por ejemplo, MSNBC frente a Fox.

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—¿Deberíamos prestar más atención a las noticias de televisión?
—Sí, creo que sí. Los comentaristas de los medios que dicen que eso no importa se equivocan. No es lo único que importa, y no importa tanto como hace treinta años, pero todavía importa. Y es donde muchas personas no tan informadas pueden recibir información: ven las noticias locales a las seis y luego ven el noticiero de Lester Holt o quien sea a las seis y media. Así que es una forma de llegar. Esos noticieros de las televisiones tradicionales cubrieron, en general, bastante bien las audiencias del 6 de enero. Veremos qué pasa en las elecciones de este martes, si esta información cala. Y luego, por supuesto, está el énfasis que se le están dando a la inflación, que es un problema legítimo, y el crimen, en lo que parece ayudar a los republicanos. En particular, el crimen creo que está siendo exagerado por los medios.
—En ese caso, también la televisión local, ¿no?
—Así es, desde luego. Siempre han enfatizado eso. Hay muchos anuncios políticos también. Creo que la televisión, ya sea por la publicidad o las noticias, es la forma en que mucha gente se forma una opinión. Así que pienso que descartarla y decir, «oh, no, eso no importa tanto como el sitio web del Washington Post», es un error.
—¿Y cómo ve la situación en su comunidad en Búfalo y el papel su antiguo periódico?
—La redacción es mucho más pequeña de lo que solía ser. No han reemplazado al reportero que informaba sobre la cámara legislativa del estado y su reportero de Washington está a tiempo parcial. Así que la cobertura no es tan sólida como solía ser. Cuando leo el periódico impreso o online, y lo hago todos los días, sigo pensando que están haciendo un muy buen trabajo. Pero también sé el personal que yo tenía, con doscientas personas, y el personal que tiene ahora, que probablemente sea de 70 personas como mucho, y no se puede hacer tanto. Este es un negocio intensivo en mano de obra.
—En el libro habla de los debates y las brechas generacionales en los grandes periódicos. ¿Está sucediendo en todo el país?
—Sí. Mucho de esto ha surgido por el debate sobre la vuelta a la oficina, con muchos jefes que quieren la vuelta de todo el mundo a la redacción frente a los que se han dado cuenta de que podían trabajar perfectamente desde casa y así llevar a sus hijos a la escuela o lo que sea. Creo que hay mucho resentimiento ahí. Los sindicatos se han vuelto más poderosos. Hay tensión generacional y tensión racial en muchas redacciones, no solo las de los grandes medios.
—¿Ve alguna forma de resolverlo?
—Creo que la forma de resolverlo es que los ejecutivos y líderes de redacción escuchen dentro de lo razonable realmente a su personal y traten de entenderlo y hacer algunos ajustes. Y ciertamente creo que cualquier problema sobre la equidad salarial debe abordarse de inmediato. Se tienen que dar cuenta de que la forma antigua en la que el jefe y otros te decían qué hacer «y no queremos preguntas al respecto» ha desaparecido. Es necesario un enfoque más colaborativo. Como jefe, no puedes permitir que el personal tome todas las decisiones o dirija la redacción. Pero ciertamente puedes tener en cuenta su punto de vista, tal vez más de lo que se ha hecho en el pasado.
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Notas
↑1 | Sala de redacción confidencial: Lecciones (y preocupaciones) de una vida manchada de tinta |
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