Cada vez es más difícil hacer oficialismo
Las afirmaciones sobre corrupción en gran escala en el corazón mismo del Gobierno, con pleno impacto en la pareja presidencial, y la multiplicación de evidencias sobre la precariedad del modelo económico, volvieron más difícil la protección informativa al oficialismo por parte de Clarín, La Nación e Infobae, pese al propósito evidente de ayudarlo en los turnos electorales del período.
La sucesión de malas noticias para el mileísmo se volvió imposible de ocultar en agosto, y aún así estos tres medios intentan contribuir a mantener con vida al modelo mediante una inédita cautela profesional, que los lleva a anteponer a los títulos sobre las coimas las palabras «supuestas» o «presuntas», rigor que nunca tuvieron ni tienen en cuenta para hablar de «corrupción K» (no la de Karina).
La misma palabra corrupción es cuidadosamente evitada desde que se conocieron las afirmaciones de Spagnuolo, el abogado presidencial, con excepciones aisladas. Los tres medios llaman a estos hechos «escándalo de los audios», con varios objetivos. Usan la muy manoseada palabra «escándalo», que aplica tanto a la separación de una pareja farandulera como a griteríos televisivos o a un arbitraje en el fútbol. La recurrencia al término, que abarca incluso a medios que son opositores, termina por licuar la gravedad de la situación. Y «audios», como si los hechos no se refirieran a las prácticas de los funcionarios. Ya el primero de septiembre, Clarín llegó al colmo en tapa: «Causa por los audios», nada de corrupción o cometas.
El intento de sostén al modelo económico es más visible, mientras en lo político estos medios combinan buenas y malas. «El dólar cerró a 1380, sumó 13,6 % en el mes pero la suba no le cae mal al gobierno», fue el título principal de Clarín el primero de agosto, y «Llegan nuevos aumentos en los precios, pero hay súper que se niegan a aplicarlo», al día siguiente. Extrañamente, La Nación contradijo al compinche: «Se frenó la disparada del dólar, pero la última suba ya se traslada a los precios».
No obstante, el altísimo valor que el gobierno da a lo que llama inflación baja y controlada obtiene en conjunto generoso acompañamiento mediático. Lo demuestran estos títulos del 14 de agosto: «La suba del dólar no impactó en los precios y la inflación fue de 1,9%» (Clarín); «La inflación de julio fue de 1,9%, a pesar de que ese mes el dólar subió 13,6%» (La Nación); «El gobierno enfrenta ahora otro desafío: evitar que se corte el proceso de desinflación» (Infobae). Es decir, nada de hablar del aumento efectivo de la inflación respecto de junio, aún a pesar del índice amañado en el que se apoya el dispositivo gubernamental.
Es cierto que estas gauchadas alternaron con algunas noticias de relativa aproximación a lo que en verdad vive el país, como ciertos aumentos de precios, récord de importación de carne de Brasil, la devaluación que sí impacta en el costo de vida, la suba de mayoristas y el festín de la salida de dólares.
En el plano netamente político, el manifiesto apoyo al oficialismo es para estos medios mucho más complicado: es imposible que eviten los títulos desfavorables si bien, como se dijo más arriba, es extremo el cuidado del lenguaje y las formas. También hay intentos de escrache a los responsables de los audios, con manifiesta tendencia a culpar al kirchnerismo, si bien hubo también columnistas que se atrevieron a atribuir la difusión a las oscuras internas del régimen.
No obstante, algunas líneas editoriales expresan la postura de fondo. El 3 de agosto, Roa embistió en Clarín contra los reclamos de aumento a jubilados y contra el gobernador cordobés Llaryora por la coparticipación. En las mismas páginas, Fioriti atribuyó la corrida cambiaria de esos días al «riesgo kuka», en adhesión plena a la desopilante excusa oficial y su lenguaje. El 9, el diario publicó una supuesta encuesta que da buena imagen a Francos, título elegido en lugar del 54 % de pesimismo económico. Otra vez Roa condenó al Congreso por «el festival de recuperación del gasto público».
El 16 de agosto, el editor Miri arriesgó que la inflación «sigue controlada» y que el dólar se calmó, pero hay «pelea con los bancos» y no llegan inversiones. Problemas que, tecleó, se deben al «riesgo del péndulo», a saber, que el peronismo pueda volver al poder mediante elecciones. A un paso de afirmar que la maldición es la democracia misma: «Clima de negocios: el círculo rojo está «a full» con Milei, pero hay dudas por las turbulencias que genera el clima electoral» (Infobae, 24 de agosto).
Ya con las denuncias de corrupción mileista en plena circulación, Morales Solá intentó el encubrimiento, el 27 de agosto: audios ilegales y editados, hay que establecer quién los hizo y los entregó a «medios kirchneristas». Milei y Francos los atribuyen a la inminencia electoral y, apoya, eso «puede ser» cierto, aunque concede: de todos modos hay que establecer las responsabilidades.
En un arranque infrecuente de decencia editorial en La Nación, Pagni escribió el 28 que Milei fue víctima en Lomas de Zamora de una violencia injustificable pero que él mismo contribuyó a generar. Razonamiento que no privó al diario de dedicarle cinco páginas completas a esos hechos, con el debido repudio al conurbano en su conjunto, a supuestos «barras» y, en definitiva y una vez más, al peronismo.
Para apuntalar al gobierno en sus días más difíciles y con vistas a la votación del 7 de septiembre, los tres medios aprovecharon una ayudita: no se privaron de darle muy buenos espacios a las críticas de Máximo Kirchner al gobernador Kicillof en un acto en Quilmes. Les sirvió para su relato de un PJ unido «a la fuerza», con intendentes disconformes, tanto que ni siquiera, pronosticaron, harán campaña en octubre.
El domingo y lunes previos a los comicios bonaerenses, La Matanza y la inseguridad ocuparon espacios preponderantes, con títulos como «El delito no da tregua a los vecinos del municipio más violento del conurbano» (La Nación, 31 de agosto). Un clásico de campaña electoral.
Ya pisando septiembre, Clarín intentó disimular la censura previa a los audios tomados a la «jefe», con el título «Polémico fallo que prohíbe difundir audios de Karina Milei». Más capcioso, La Nación eligió «El gobierno logró un fallo…», lo que por lo menos invita a una visión crítica, y agregó con cierta timidez unos subtítulos: «Juristas advierten que se configura censura previa» y «El juez que intervino enfrenta cinco denuncias de acoso sexual». En letra pequeñísima, sí, para lectores con lupa, pero algo es algo tratándose de este «periodismo».
Hugo Muleiro
Periodista y escritor
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