Activismo de campaña, a todo vapor

El activismo editorial se despliega a pesar de la disconformidad aparentemente creciente con el régimen de Milei en varios temas, lo que tiene como mar de fondo la millonada en disputa en el negocio de las telecomunicaciones y, en un plano un poco más abstracto pero acaso más importante, la defensa del modelo ultraliberal a pesar del totalitarismo, corruptelas, guasadas y gansadas de quienes lo pusieron en marcha.

El modo de informar e interpretar las resoluciones de la jueza buitre de Nueva York contra YPF sintetiza esta postura: las figuras «mala praxis k», «fallida expropiación», «error de altísimo costo», «pagar la factura k», por la recuperación de la compañía, es repetida por columnistas de los tres medios, rápidos para validar el modelo de expoliación transnacional y a la vez agitar contra Axel Kicillof.

Editoriales formales de La Nación, más Pagni y Morales Solá, y Van der Kooy y Vaca en Clarín, se echaron al hombro esta militancia.

En principio, la «cobertura» (una forma de decir) del cierre de listas en Buenos Aires fue igualmente impiadosa con la alianza derechista entre LLA y el PRO y con el PJ. En el oficialismo, se hizo notar que Karina Milei pulverizó desacuerdos a golpes de autoritarismo y aplastó sin piedad al macrismo. Sin embargo, esto duró pocos días.

El PJ, que como siempre hizo sus aportes para que los desacuerdos quedaran a la vista, recibió metralla constante de los tanques: «Pelea a muerte» (Miri, Clarín, 5.7); «Clima hostil y unidad por conveniencia» (Infobae, 5.7); «Cristina acabada» (Kirschbaum, Clarín, 6.7); el PJ «se ha amontonado más que unido» (Kirschbaum, Clarín, 13.7); el PJ es «un ring de boxeo» (Fioriti, Clarín, 13.7); «al borde de la fractura» (sin firma, Clarín, 20.7); «al borde de la ruptura» (tapa sin firma, La Nación, 20.7); «El peronismo está roto» (Mugica Díaz, Infobae, 20.7). Y sólo son algunos ejemplos.

En cambio, recibió el gracioso rótulo de «centro» entre dos «extremos» la alianza bien derechosa Somos Buenos Aires. Y patética, más que graciosa, la bendecida calificación de «peronista anti k» para dirigentes municipales que se autoperciben peronistas pese a que van en yunta con odiadores/as del movimiento y tránsfugas que extraviaron toda vergüenza, como Florencio Randazzo.

El domingo 20 de julio, en las horas de presentación de listas y cuando la designación del policía Bondarenko para pelear en la tercera sección preanunció por donde irá la campaña oficilista, La Nación se anticipó en la tapa: «Se permite el delito en una esquina de La Matanza». Página 32 completa, con fotos. En suma, una nota «de parrilla», como se dice en la jerga del oficio, para usar cuando la jefatura política lo ordenase. El 25/7, más disparos al bastión maldito: «En La Matanza, dos pediatras para 250 niños por día». Y otra vez a página completa.

Al día siguiente, también en portada, el diario se sirvió de un asesinato cometido por esas horas. «Quilmes: los vecinos lloran, la campaña les da la espalda». El diario aprovechó al máximo el hecho de que el crimen ocurrió en la madrugada del día en que el PJ realizaba un acto en el municipio con Kicillof, Magario y Mendoza.

La denuncia contra la banda de Bondarenko por su activismo mileísta usando recursos policiales fue rotulada en tapa por Clarín como «represalia» y «castigo» (24/7), y «rara sanción», al día siguiente. Apenas 48 horas después de conocidos los hechos, el diario sentenció: «La justicia, sin pruebas para penalizar a los policías que echó Kicillof». El fiscal interviniente, de vinculaciones obscuras con variadas patrañas de Elisa Carrió, resolvió bajo estas directivas unos días después.

La agitación antiperonista en Buenos Aires incluyó un acompañamiento fervoroso a los estropicios procesales de Arroyo Salgado, en su momento soldada sobresaliente de la escudería de Jaime Stiuso. La jueza se lanzó contra militantes de Quilmes que desplegaron carteles y bosta frente a la casa del neofascista José Luis Espert usando los métodos tribunalicios que tanto servicio le dieron a las dictaduras.

Clarín e Infobae recibieron material procesal abundante (fotos, chats) para juguetear con una hipótesis que en principio no prosperó: que la «investigación» y los cargos alcanzaran a San José 1111. El 6 de julio, Fioriti en Clarín apuntó que la camioneta de Quilmes «estuvo cerca» de la casa de Cristina Kirchner. El mismo día, Van der Kooy saboreó un poco más: Arroyo Salgado busca «algo más» con esta causa, «algo más» contra la expresidenta, un aspecto —entre otros— en el que la intendenta Mendoza no parece haber pensado.

Pero sí lo pensó con cierto detalle el dispositivo de poder dedicado a estos afanes. Un Wiñazki preguntó si «la familia K» podía no saber de las acciones frente a la casa de Espert. Después Paladini buscó determinar hasta dónde sube «la responsabilidad política». Y cuando a la desvergonzada mandadera de San Isidro se le soltó la cadena y trazó paralelos grotesctos entre camporistas de Quilmes y criminales nazis, resolvieron protegerla: el insulto a la historia y a los judíos quedó en párrafos perdidos.

El aniversario del atentado a la AMIA fue usado una vez más para reiterar o refrescar viejos intentos contra «los K», a pesar de que falló el pronóstico lanzado en junio por el grupo de tareas judiciales de Clarín: pasó el 18 de julio sin que tribunales pusiera fecha al juicio por el memorándum de entendimiento con Irán, que como se sabe tuvo mayoría parlamentaria y nunca se puso en práctica.

En el plano general, los títulos prooficialistas se alternaron durante julio con los desfavorables al mileísmo y en especial la pareja de la Rosada. No tuvo lugar visible, por ejemplo, la ferocidad represiva del régimen con los jubilados y los periodistas que cubren los miércoles, pero sí hubo espacios destacados para la corruptela de las valijas de amigos presidenciales pasando sin control por Aeroparque.

El 3 de julio faltó gas en gran parte del país, pero Clarín quiso evitarle el disgusto al Ejecutivo, y tituló en tapa: «Quedaría hoy resuelta la falta de gas», lo cual no ocurrió. El mismo diario insistió durante todo el mes en que los sucesivos picos devaluatorios no llegan a los precios, preparando el terreno para otro índice inflacionario oficial completamente fraudulento, como ya es rutina. Comenzado agosto, y con otra corrida cambiaria, el diario debió aceptar que fabricantes y mayoristas mandaron listas de precios con aumentos que, eso sí, fueron rechazadas por los supermercadistas. ¿Cuáles supermercadistas? Detalle menor no incluido en la nota.

También hubo protección ante las novedades en torno de Kueider, el senador que pasó clandestinamente dinero a Paraguay después de votar a favor de las leyes más importantes para el régimen, como la Ley Bases. A pesar de esta secuencia, Clarín se esmeró llamándolo en subtítulo «senador K», el 30/7.

Otro ejemplo de oficialismo a ultranza: el editorial de La Nación del 17/7 llamó «falacia populista» al modestísimo aumento para jubilados sancionado en el Congreso. Este apoyo tuvo escalada internacional. El 13/7 Infobae tituló: «Milei tiene el respaldo de Trump y en la Casa Blanca monitorean la tensión política causada por la oposición y Villarruel». Lo dicen todo las palabras elegidas para presentar este acto de propalación de la postura estadounidense que firmó, cuándo no, Román Letjman.

En contraste, títulos por la estafa presidencial con $LIBRA, por el verticalismo de la pareja presidencial para la interna de la derecha, por la brutalidad del discurso y los actos payasescos del ocupante de Balcarce 50, y por recurrir a «barras y punteros» para la campaña bonaerense.

Periodista y escritor


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