Operaciones de crueldad a cielo abierto en busca de un voto que habilite una escalada represiva
La televisión reencuentra al Polaquito en Lanús. Tándem de políticos y medios punitivistas. Urnas expectantes para recibir votos a las derechas.

El 16 de julio de 2017, el programa Periodismo para Todos, de Canal 13, realizó una cámara oculta a El Polaquito, un niño presentado como de doce años. Según contó el conductor del ciclo, un equipo acudió a Villa Caraza, Lanús, para realizar una nota sobre un jardín de infantes que había sido robado, cuando El Polaquito se acercó imprevistamente. Captado por la cámara, el niño contó que se drogaba, que conducía camionetas, que su padre estaba prófugo, que robaba y que había matado a “un transa”. Además de su apodo y su cuerpo, el rostro del niño fue expuesto porque la difuminación televisiva fue hecha con impericia.
Según Fernanda, la madre del niño, se trató de un montaje. El Polaquito habría sido secuestrado e instruido por la Policía Bonaerense para que cumpliera un papel. Nunca había asesinado, no manejaba armas, no tenía doce años sino once. Era, en cambio, un adicto a la droga desde los ocho años, con trastornos psicológicos, lo que no impedía que se fuera a dormir mirando el canal Disney, porque no dejaba de ser un niño. La madre habló en los días posteriores a la emisión del programa y fue respaldada por el Movimiento de Trabajadores Excluidos, la organización con la que trabajaba.
Made in Lanús
Hasta allí, un choque de versiones; la de Jorge Lanata y la de la madre del niño. Lo que quedó acreditado es que la nota contó con la producción de la Municipalidad de Lanús. Su secretario de Seguridad, Diego Kravetz, custodiaba detrás de cámaras junto a varios agentes.
La presencia de equipos de televisión, policías y patrulleros atrajo al Polaquito a contar sus crímenes ante un periodista. La escena fue tan verosímil como la de aquel arrepentido que, el 2 de agosto de 2015, a días de las primarias presidenciales, se dejó filmar por el mismo programa en el living del departamento de Elisa Carrió en Recoleta, para contar que Aníbal Fernández era la Morsa responsable del triple asesinato de la efedrina y luego desdecirse en sede judicial.
Coincidentemente, el testimonio del Polaquito también se dio en el marco de un proceso electoral. A semanas de las primarias de medio término del Gobierno de Mauricio Macri, el canal del Grupo Clarín relató cómo María Eugenia Vidal inauguraba escuelas —algo que, según las estadísticas oficiales, ocurrió poco— y la recia realidad del conurbano bonaerense amenazaba sus buenas intenciones.
Aunque no parezca, los niños, incluidos los que deambulan por la calle, los morochitos con gorrita, los que mendigan, los que roban, los que se drogan, los que no conocen la infancia, tienen algún derecho.
La difusión del caso generó polémica y una recordada discusión radial entre Lanata y Juan Grabois, referente del MTE. Al siguiente domingo, el periodista se adjudicó la valentía de haber iluminado una historia que el resto del sistema quería ocultar, misma lógica que usaría seis años después para dar a conocer la supuesta enfermedad de Wanda Nara de la que no estaban al tanto los hijos de la conductora de Mastercheff. De paso, el conductor repitió el parte policial que adjudicó al niño «formar parte de una banda que robó el jardín de infantes».
La historia pasó, Kravetz quedó.
