Yastá

La manipulación de la realidad está naturalizando la violencia del lenguaje, el horror de las agresiones físicas, la descalificación del que piensa distinto, la persecución de los opositores. Urge trabajar para revertir esta situación, el desastre está a la vista.

«El periodismo moderno no sólo se ha vuelto superficial,
sino que ha perdido el sentido de la solidaridad y la responsabilidad.»


Ryszard Kapuscinski

Seguramente los entrados en años recordarán al popular efervescente que se publicitaba en los setenta y ochenta, como la solución a los malestares producidos por una indigestión y que deriva de los productos que comenzaron su popularidad en 1930. Existen muchos significados de esa expresión. Quizá el menos conocido corresponde al primer verso del Requiem Rig Veda que, en su traducción del sánscrito original, aparece como una invocación para que la muerte tome otro camino. También, en lengua totonaca, que se habla en los Estados de Veracrúz y Puebla de México, se nombra así al cuñado. En español coloquial equivaldría a «ya está hecho», «está listo».

Lo ocurrido con el proyecto de ley de bases enviada al Senado nacional entraría en ese concepto del «ya está hecho». Aprobado en Diputados pasó al Senado donde sufrió varias modificaciones para que no fuera rechazado, razón por la cual regresó a Diputados. Ahora el oficialismo manifiesta que insistirá con lo votado de manera original por la Cámara de Diputados, dando marcha atrás con los compromisos asumidos con los senadores para que éstos aprobaran el proyecto.

Cuando el presidente Milei hizo declaraciones al medio periodístico norteamericano The Free Press, le consulté al amigo Miguel Rodriguez Villafañe —prestigioso abogado constitucionalista— sobre el contenido de esas declaraciones y si no se estaba cometiendo un acto contrario a los preceptos constitucionales, como la destrucción del Estado. Y si el hecho de que se le estuviesen brindando facultades especiales, justamente para administrar el Estado, no era entonces una grave contradicción.

La respuesta fue una comparación con un hipotético caso, en el que un padre tenía una seria discusión con su hijo. Este le pedía el auto prestado para pasear con sus amigos. El motivo de la discusión: el joven era menor de edad y no tenía carnet de conducir. Tras un fuerte berrinche, el padre accede a prestarle el auto. Luego de un rato, el señor recibe un llamado que le avisaba de un accidente —con su hijo al volante del auto— que había ocasionado la muerte de un peatón. Miguel me preguntó si la culpa de esa desgracia era del joven al volante o del padre que, para no escuchar las quejas de su hijo le cedió el vehículo, a sabiendas que no era lo correcto y además peligroso.

Los senadores que votaron el otorgamiento de facultades extraordinarias a un presidente que dice, claramente que es un topo dentro del Estado que disfruta la destrucción de éste, porque lo odia, produjo el mismo efecto que el padre que autoriza al joven a conducir sin carnet, salvando la diferencia de que los embestidos son millones de habitantes del país.

La todavía amplia aceptación de los hechos de gobierno, por parte de la sociedad que se ve perjudicada por esos hechos, nos interpela como comunicadores. Ello debido a que las redes, los «comunicadores oficiales» y un buen remunerado ejército de troles llevan adelante la tarea de construir un relato que nos envuelve.

¿Desde la comunicación popular estamos desarrollando anticuerpos para la inoculación contra el mensaje cruel y salvaje? Desde la definición, las noticias falsas son aceptadas como tal, sin tener en cuenta que Aristóteles, hace unos 28 siglos, año más año menos, en la Ética Nicomáquea ya se preguntaba: Qué, Quién, Cuándo, Dónde Porqué y Cómo. 

Para el debate y la construcción de contenidos que nos permitan construir una comunicación superadora, dejo el comentario de una nota publicada por Cuadernos de Periodistas de la Asociación de Prensa de Madrid. Recuperar la confianza perdida, el gran desafío de los medios es el título del artículo de Juan Carlos Laviana en el que formula una serie de reflexiones para tener en cuenta:

  • Información espectáculo: prima quién alce más la voz y quién más escándalo provoca.
  • Dispersión de la información: El cambio de hábito de la población al recibir la información ha supuesto que la audiencia reciba noticias aisladas, sin contexto, en detrimento de la información jerarquizada.
  • Epidemia de la desinformación: Es tal la avalancha de información falsa que los propios medios caen econ frecuencia en sus redes.

Propone:

  • Menos opinión y más análisis
  • Transparencia
  • ¿Quienes somos?
  • Crear comunidad
  • Interacción

Laviana da cómo válida la intención de llegar a la mayor cantidad de audiencia, pero remarca que es fundamental no defraudar a quienes se informa. Cita a Carlos Dada creador del sitio digital El Faro, de El Salvador, quien actualmente reside en Costa Rica debido a las amenazas del gobierno de Bukelé. Dice Dada: «El periodismo no se debe a su público, sino a sus principios (…) No podemos basar nuestro trabajo en emociones de la gente (…) Nuestro trabajo no es un concurso de popularidad».

Integrante de Esfera Comunicacional. Periodista y docente. Fundador del Canal 3 de Televisión Comunitaria de San Martín, Mendoza. Exdirector del LV8 Radio Libertador. Militante de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual en la Coalición por una Comunicación Democrática. Publica en distintos medios de comunicación del país y del exterior.


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