Patas cortas

Usar a la mentira como una herramienta de comunicación gubernamental no solo es deshonesto, muestra la carencia de objetivos concretos y configura un horizonte lleno de conflictos sociales.

Víctima de las fake news, la posverdad y la guerra cognitiva

¿Qué ves, cuando me ves
cuando la mentira es la verdad?


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Escribir desde el enojo es tan complicado como llenar de adjetivos una nota, eso evita muchas veces que la esencia de lo que se pretende decir se pierda en la resaca. Los últimos hechos acontecidos en Argentina, casi todos, generan una profunda desazón; surgen múltiples preguntas, difíciles de contestar, por cierto. De la misma manera aparece el interrogante de ¿cómo se llegó al resultado de la última elección presidencial?

Resulta preocupante, que al margen del mal desempeño del gobierno de Alberto Fernández y que la figura del candidato del oficialismo, Sergio Massa, tuviese el peor de los escenarios, la elección de alguien que solo un tiempo antes se paseaba por los estudios de televisión disfrazado de super héroe fuera lo mejor.

Como muestra de los «tiempos que corren», el nivel de debate y propuestas en casi la totalidad de la dirigencia política es paupérrimo. Se naturaliza el discurso vació de contenidos, se opina livianamente y sin conocimiento de los temas y queda flotando en el aire la duda sobre la transparencia en la toma de decisiones que esa dirigencia hace y que afectan a buena parte de la sociedad.

Lo transmitido por los canales de TV en la sesión del 11 de setiembre pasado en la cámara de diputados, es una muestra de ello. Los argumentos expuestos por aquellos que impulsaron, defendieron y votaron de una manera la Ley que reparaba mínimamente los haberes jubilatorios de los que menos tienen y que luego del veto presidencial, cambiaron su voto usando el mismo énfasis, entra en el terreno de lo kafkiano.

Los argumentos con los cuales se pretendió justificar eta voltereta fueron que la inflación está bajando, que la protección del déficit cero es clave para llevar adelante el programa de gobierno con éxito, que es preciso ajustarse al criterio que la emisión es un delito. Sin embargo, estos argumentos chocan de frente con la publicación en el Boletín Oficial el día 11 de setiembre del 2024  de la resolución conjunta 52/2024 del Ministerio de Economía, Secretaría de Finanzas y Secretaría de Hacienda en la que se autoriza la emisión de letras del Tesoro nacional, capitalizables en pesos y con vencimiento 14 de febrero de 2025, por un monto de hasta valor nominal original cinco billones (sic) de pesos y que tiene fecha de emisión 13 de setiembre de 2024 y fecha de vencimiento.

A esta altura de los hechos, destacar el rol de los grupos de tareas mediáticos en conjunto con las redes sociales en la toma de decisiones de quienes actúan en la política y de una  sociedad huérfana de posibilidades, es una obviedad.

 Por ejemplo, se repite como una verdad absoluta la titularidad de «los bolsos de López». Esa célebre secuencia registradas por las cámaras de seguridad del convento de monjas en General Rodriguez, Buenos Aires, en donde José López llevaba a las tres de la mañana del 14 de junio de 2016 unos bolsos que contenían cerca de nueve millones de dólares, se difundió hasta el hartazgo, ocupando horas de televisión en el horario central, incontables tapas de los portales y diarios de todo el país y que se atribuían a la «corrupción kirchnerista». Claro que el resultado de la investigación judicial que determinó que ese dinero provenía de retornos de la empresa Obedrech hacia IECSA propiedad de Angelo Calcaterra, primo y socio de Mauricio Macri y que dejó a José López como un socio más, ha sido difundida de manera escasa, casi nula.

Los «bolsos de López» fue uno de los argumentos que usó el diputado nacional por Tucumán de la Unión Cívica Radical, Mariano Campero, para justificar el cambio de su voto.

En el inconsciente colectivo de la sociedad se van instalando verdades de diseñador; es decir, aquellas que se construyen en los centros de poder y de toma de decisiones y que tienen la misión de construir  el relato a medida.

Michel Foucalt decía: «El pez nunca descubre que vive en el agua. De hecho, su vida transcurre sin advertir su existencia. De igual forma una conducta que se normaliza en un ambiente cultural dominante, se vuelve invisible». El gobierno actual, llevado adelante por quién se jacta de ser el segundo personaje más influyente del mundo y esa declaración es validada por el silencio cómplice de la prensa, está dando una batalla cultural, en donde la mentira es un estandarte y sus portadores son fieles fieles dadores de likes.

Urge apoyar los pocos espacios de discusión y generar nuevos espacios serios de participación transversal en donde se puedan proponer nuevos paradigmas, de contenidos que nos ayuden a salir de esta encerrona propia de la era de las redes, esas que pescan sin cesar.

Claro que todas las figuraciones, invenciones y mentiras, mueren cuando se abre una heladera y solamente conviven los anaqueles vacíos y el frio, cuando se tiene que elegir entre un medicamento o la boleta de la luz, cuando muchos niños, no importa la cifra, se van a la cama sin cenar, en ese momento crucial la mentira tiene patas cortas.

Integrante de Esfera Comunicacional. Periodista y docente. Fundador del Canal 3 de Televisión Comunitaria de San Martín, Mendoza. Exdirector del LV8 Radio Libertador. Militante de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual en la Coalición por una Comunicación Democrática. Publica en distintos medios de comunicación del país y del exterior.


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