La inteligencia artificial de Milei

El presidente presentó la idea de implementar un «sistema de IA para hacer la reforma del Estado». La propuesta genera más dudas que certezas.

«En la empresa Google tienen un sistema armado para hacer la reforma del Estado con inteligencia artificial. ¿Sabe dónde la aplicaron muy exitosamente? En El Salvador», explicó el presidente Javier Milei en una entrevista radial apenas regresó de su gira por los Estados Unidos. La falta de certezas de la declaración generó dudas sobre la veracidad, posibilidades de concreción y potencial de semejante proyecto.

En primer lugar, está la referencia a un «módulo de IA» para hacer una reforma del Estado. El caso de éxito centroamericano que cita el presidente en la entrevista no tiene correlato en notas periodísticas del mundo, mucho menos, en papers que expliquen sus características, implementación e impacto. No resulta extraño que no haya nada tan «exitoso» como lo que sugiere el presidente ya que la IA es una tecnología en desarrollo y la posibilidad de que exista una dedicada «a la reforma del Estado» es casi inexistente. Por otro lado, sería extraño darle un rol importante en la planificación de algo tan sensible y con impacto en millones de personas.

Por ejemplo, en el sitio específico del Gobierno de Estados Unidos para el uso de IA destacan repetidamente la necesidad de un uso «responsable» de la misma, una tecnología que no ha sido testada lo suficiente como para considerarla confiable. Una cosa es que ChatGPT cometa un error en un examen de un estudiante secundario y otra muy distinta que planifique un nuevo sistema de distribución de medicamentos a nivel nacional.

Si bien hay evidencias de un gran potencial en la IA, la falta de certezas es grande. Incluso, como explican revistas especializadas, se ha montado una burbuja sobre los excesos de un marketing que da como un hecho su poder y confiabilidad. De esa manera se aprovecha el entusiasmo general para que cualquier startup que use la sigla IA venda acciones a los incautos. Este tipo de burbujas tecnológicas ya se produjo con las criptomonedas, los NFT, el Metaverso, etcétera, que aprovechan la publicidad grandilocuente sobre tecnologías no testeadas para seducir inversores desprevenidos.

De hecho, Nayib Bukele, ahora reelecto presidente de El Salvador, promovió en 2021 el uso de Bitcoin en ese país y hasta la creación de la Bitcoin City, donde no se pagarían impuestos. A mediados de 2022, la criptomoneda perdió más de la mitad de su valor arrastrado por una crisis general en el sector y la ciudad nunca pasó de ser un proyecto. Apoyar la vida de una nación sobre una moneda tan volátil parece una medida tremendamente arriesgada, comparable a la de tomar decisiones sobre el Estado basadas en una IA que no está claro cuál es ni cómo fue testeada.
Pese a todo, Bukele hizo una apuesta similar a la IA para implementarla en áreas sumamente sensibles como salud, educación o transporte, aunque tampoco queda claro su alcance. Para el caso de educación se mencionó, en realidad, el uso de Google Classroom, una plataforma difícilmente catalogable como IA. El Salvador también aprobó un régimen de exenciones impositivas por 15 años para las empresas que desarrollen esa tecnología en ese país. En estos días Google abrió su primera oficina allí.

Cybersyn

El antecedente más antiguo de ubicar la tecnología digital en el corazón de la gestión estatal, paradójicamente, proviene del Gobierno de Salvador Allende. Poco antes de que se produjera el golpe de 1973 se desarrolló el proyecto Cybersyn al que ahora algunos llaman la «internet socialista». La idea era generar un espacio que centralizara las estadísticas provenientes de todo el país en tiempo real referidas a la producción, la distribución, la población y todo lo que fuera cuantificable para tomar decisiones coordinadas. El proyecto cibernético estuvo adelantado a su época ya que no existían los mecanismos de recolección de datos ni procesamiento necesarios.

MIRÁ TAMBIÉN

Milei y el periodismo: del panelismo televisivo a los constantes ataques desde el poder

POR PEDRO LACOUR | El libertario hace de la pelea con la prensa uno de los ejes principales de su narrativa de gobierno. Con la “batalla cultural” como bandera, La Libertad Avanza tiende a descreer de los medios en tanto herramientas democráticas para la sociedad y considera que la ciudadanía podría informarse mejor a través de las redes sociales.


La comunicación de gobierno en la era libertaria

POR LAUTARO GONZÁLEZ AMATO | Algunas reflexiones para comprender el encuadre discursivo comunicacional del gobierno de Javier Milei, el desempeño del vocero Manuel Adorni y los desafíos inmediatos para comunicarse con todo el país.

Foto del avatar

Esteban Magnani

Licenciado en Ciencias de la Comunicación (UBA). Escritor, docente y periodista. Colabora habitualmente en el diario Página/12, Anfibia y en la revista Acción del Banco Credicoop. Autor de una decena de libros, su última publicación es La Jaula del confort. Big data, negocios y neurociencia. ¿Quién toma tus decisiones?

También te podría gustar...