La disputa
Detrás del supuesto abrazo a los principios de la libertad, se oculta un profundo desprecio por la libertad de expresión y para socavarla se utiliza cualquier elemento disponible en el mundo de la comunicación
Creemos que un público empoderado y un ecosistema de noticias dinámico son los mejores medios para contrarrestar los efectos perniciosos de la desinformación.»
La libertad de expresión está en disputa, cuando una voz es cercenada por una decisión unilateral, salvo en las limitaciones que estén previstas por el derecho internacional, la construcción, el mejoramiento de la democracia está en peligro. No se puede coartar un derecho humano inherente a la hoy tan mentada libertad, como lo es la posibilidad de expresarse.
Cuando desde el Estado se eliminan contenidos, se los tergiversa o se los desaparece —sin apego al marco internacional de los derechos humanos— restringe el derecho a la libertad de la comunidad y limita el flujo de información de interés público. La era digital ha potenciado la difusión de ideas, pensamientos, conocimientos y expresiones de diversas formas con un alcance impensado. En la Argentina ese fenómeno ha impactado de manera notable; los políticos expresan sus ideas mediante las redes sociales, el gobierno comunica decisiones de Estado, los periodistas abren canales de streaming o generan podcast que compiten abiertamente con los medios tradicionales en la difusión de noticias.
Entendiendo el poder de esas nuevas técnicas de comunicación, desde el Estado argentino se buscan las voces disidentes y en muchos casos a sus autores procurando socavarlos, usando las nuevas técnicas de comunicación. A modo de una gigantesca redacción periodística, se usa a un verdadero ejercito de troles que ocupan a las redes sociales para, difundir, confundir, agredir a cualquiera que se aparte del relato oficial y esto sucede de manera deliberada y coordinada en distintas plataformas de comunicación y redes sociales, tomando ventaja del hecho que las empresas sólo moderan contenido dentro de sus propios sitios. La influencia de los mensajes violentos amenazadores, comentarios que dan a entender o anuncian qué se hará daño con la intención de provocar miedo, temor, pues presagian dolor, van pasando a tomar forma efectiva.
Para Naciones Unidas, el discurso de odio es cualquier forma de comunicación oral, escrita o a través del comportamiento, que sea agresivo y utilice lenguaje peyorativo o discriminatorio en relación con una persona o una comunidad sobre la base de quiénes son, ya sea en razón de su religión, origen étnico, nacionalidad, raza, color, ascendencia, género u otro factor de identidad.»
Se banaliza la muerte de una persona, producto de una discusión callejera generando memes o expresando el apoyo al uso de la violencia para dirimir un conflicto. Como un efecto de contagio, posteriormente se han reproducido situaciones en donde alguien es agredido por cualquier motivo que produzca una disputa. El caso emblemático de esta situación que comienza a presentarse diariamente, fue el intento de asesinato de Cristina Fernandez de Kirchner.
Con la aparición de la IA, comienza un fenómeno que parece de ciencia ficción, usando el «aprendizaje profundo» para crear o alterar imágenes, audio o videos con resultados hiperrealistas. Estos contenidos muestran a personas expresando, por medio de sus propios gestos y voz, algo que no dijeron o hicieron en realidad; los videos, audios o fotos falsos fueron creados o alterados por una computadora usando inteligencia artificial. En ese contexto, ya sea usando la IA o de «puño y letra» se viraliza un discurso peligroso, el discurso del odio.
Para Naciones Unidas, el discurso de odio es cualquier forma de comunicación oral, escrita o a través del comportamiento, que sea agresivo y utilice lenguaje peyorativo o discriminatorio en relación con una persona o una comunidad sobre la base de quiénes son, ya sea en razón de su religión, origen étnico, nacionalidad, raza, color, ascendencia, género u otro factor de identidad. En numerosos casos, el discurso de odio tiene raíces en la intolerancia y el odio, o los genera y, en ciertos contextos, puede ser degradante y divisivo. Un ejemplo claro es dirigirse a la oposición política como ratas, mandriles o incluso insultos que, de ninguna manera, pueden ser usados para confrontar ideas o definiciones.
La comunicación del campo popular, hoy en la Argentina, enfrenta una situación particular, la aparición de una fuerza real de significación de contenidos y su difusión qué se suma, o no, a las que hacían los grupos hegemónicos del poder como única fuente de consulta de la sociedad. Las acciones tienen que surgir del trabajo horizontal de todos los actores involucrados, lo que está en juego es, ni más ni menos, que el futuro como país.
SERGIO PERALTA
Integrante de Esfera Comunicacional. Periodista y docente. Fundador del Canal 3 de Televisión Comunitaria de San Martín, Mendoza. Exdirector del LV8 Radio Libertador. Militante de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual en la Coalición por una Comunicación Democrática. Publica en distintos medios de comunicación del país y del exterior.
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