Estados Unidos (su lado agusanado) censura su propia historia
Recientemente publicado, el libro La frontera salvaje de Jorge Majfud es la primera «baja» de la «guerra cultural» que se ha desatado en EE. UU. contra la revisión crítica de su historia. Las autoridades del estado de Florida aprobaron una ley que prohíbe la revisión de la historia en los centros de enseñanza.
La revisión de la historia desde una perspectiva crítica del racismo («critical race theory»), el esclavismo en nombre de la libertad y la civilización y el imperialismo (también, en nombre del la libertad y la civilización) ha levantado polvo, gritos y lágrimas en los EE. UU. De repente, en cuestión de semanas, ha comenzado un duro debate nacional (más bien, una guerra cultural) sobre la revisión de la historia por sus pecados raciales y hasta se han aprobado leyes urgentes en estados como Florida, por las cuales queda terminantemente prohibida la revisión de la historia en los centros de enseñanza, algo muy primitivo y fascista, pero que está instalado en «la gran democracia y líder del mundo libre».
En Florida, el gobernador pro-Trump y muy probable precandidato a la presidencia en 2024, Ron DeSantis (¿por qué los más obtusos nacionalistas son siempre descendientes de aquellos que fueron perseguidos, como irlandeses, italianos, judíos o hispanos? ¿por qué esa necesidad pornográfica de sentirse integrados y aceptados?) no sólo ha firmado leyes contradiciendo otras leyes, aprobando que los estudiantes graben a sus profesores con el propósito de detectar alguna tendencia ideológica (la tendencia de los otros, no la de ellos) sino que, además, se ha prohibido por ley la enseñanza de cualquier revisión de la historia que ponga en evidencia el racismo, la ideología y la práctica esclavista de este país. Es fascismo con esteroides, pero también con una máscara democrática, la misma máscara de siempre. La negativa de discutir algo no es otra cosa que una burda confesión.
Hasta algunos generales del ejército de EE. UU, como el general Mark Milley, han tomado partido por aceptar la revisión, actitud que ha puesto furiosos a los fanáticos «patriotas y nacionalistas» que lo discuten por las redes sociales, estimulados por años de frustraciones personales y por galones de cerveza.
De esta forma tan elegante, patriótica, heredera de la Confederación esclavista del siglo XIX y de los más sofisticados complots del siglo XX, La frontera salvaje. 200 años de fanatismo anglosajón en América latina queda de facto prohibida en las instituciones de enseñanza (directamente en aquellas de educación bilingüe y, por referencia, en todas las demás), aunque no se la nombre.
Mejor no nombrarla.

La frontera salvaje. Doscientos años de fanatismo anglosajón en América latina es un recorrido por los eventos más importantes de los últimos doscientos años que marcaron la expansión de las colonias anglosajonas sobre las naciones indígenas y América latina. En sus más de seiscientas páginas también revela la lógica expansionista de las intervenciones de EE. UU., directas o secretas, en los diversos pueblos del sur; prácticas militares y narrativas que fueron el inicio y la continuación del imperialismo de Washington en el resto del mundo.